La historia de Skoda está marcada por un impulso constante para superar los límites del automóvil, desde ganar los primeros eventos deportivos de motor hasta desarrollar ambiciosos prototipos a lo largo de sus 130 años de existencia. El espíritu competitivo de la marca siempre ha sido una parte clave de su identidad. A continuación presentamos un vistazo a algunas de las máquinas de carreras más influyentes y memorables de Skoda.
Primeros éxitos en el deporte del motor (1905-1936)
La implicación de Skoda en el deporte del motor comenzó a principios del siglo XX. En 1905, Václav Vondrich consiguió la primera gran victoria de la empresa con una Laurin & Klement CCR en la Copa Internacional de Motociclismo en Dourdan, Francia, un evento fundamental en ese momento.
En 1906 se pasó a la competición de cuatro ruedas con la Voiturette A, que logró éxitos locales en la República Checa. La fusión de 1925 con Skoda Works proporcionó la financiación necesaria para un programa de carreras más ambicioso. El Skoda Rapid Six (1935) demostró este potencial, terminando tercero en la general y ganando su clase en las agotadoras 1000 Millas de Checoslovaquia, una carrera de resistencia en carretera abierta inspirada en la Mille Miglia.
El Skoda Popular Sport (1936) consolidó la reputación de la marca en la fabricación de coches de rally competitivos. Zdenek Pohl y Jaroslav Hausman terminaron segundos en la categoría sub-1500cc y 20º en la general en el Rally de Montecarlo durante el primer intento de Skoda en el legendario evento.
Dominio del rally y más allá (1961-1975)
El Skoda Octavia Sport (1961) se basó en este legado. Conducido por Esko Keinänen y Rainer Eklund, el coche consiguió una victoria en su categoría y un impresionante sexto puesto en la general en el Rally de Montecarlo.
Skoda no se limitó a los rallyes. El Skoda 1101 compitió en carreras de autos deportivos durante la década de 1950, incluida una participación notable en las 24 Horas de Le Mans de 1950.
La marca también experimentó con monoplazas. El Skoda F3 (1964) ingresó a la Fórmula 3 y a la Fórmula Junior, propulsado por un motor de 1.0 litros refrigerado por agua que producía 76 caballos de fuerza.
Finalmente, el Skoda 130RS (1975) se convirtió en una fuerza dominante en los rallyes, solidificando aún más la herencia deportiva de motor de Skoda.
El compromiso de Skoda con las carreras (desde las primeras victorias en motocicletas hasta victorias en su categoría en Montecarlo e incluso una participación en Le Mans) demuestra una dedicación de larga data para superar los límites del rendimiento automotriz. Los éxitos de la marca no sólo han impulsado su reputación sino que también han informado el desarrollo de sus vehículos de carretera, garantizando una combinación de practicidad y capacidad deportiva.
