Ha surgido una curiosa rareza automovilística: un Ford Cougar meticulosamente modificado para parecerse al icónico Nissan GT-R. Esta no es una mejora del rendimiento; es una transformación visual que plantea preguntas sobre por qué alguien crearía un vehículo tan engañoso.
La transformación
El proyecto implicó una extensa carrocería para imitar las líneas agresivas del GT-R, aplicada al chasis de un Ford Cougar producido entre 1998 y 2002. Debajo del capó se encuentra un modesto motor Duratec V6 de 2,5 litros, que produce 170 caballos de fuerza, asociado a una transmisión manual de cinco velocidades. Esto contrasta marcadamente con el motor de alto rendimiento del GT-R, que históricamente entregaba más de 478 caballos de fuerza y capacidades avanzadas de tracción total.
Por qué es importante
No se trata de velocidad; se trata de percepción. El Cougar, incluso en su estado modificado, ofrece un tiempo de 0 a 60 mph de alrededor de 8,5 segundos, muy lejos de la aceleración vertiginosa del GT-R. El fabricante logró ocultar notablemente bien la diferencia de distancia entre ejes de tres pulgadas entre los dos autos, y el interior también imitó el diseño del GT-R, aunque con materiales de menor calidad.
El mercado y el valor
A pesar de su naturaleza engañosa, la réplica está a la venta en Croacia por 7.500 euros (aproximadamente 8.698 dólares). Este precio es alto para un Ford de 25 años, lo que sugiere que el valor radica en la artesanía más que en el desempeño real. El auto es esencialmente llamativo y probablemente decepcionará a cualquiera que espere una velocidad del nivel GT-R.
El proyecto destaca hasta dónde llegarán algunos entusiastas para lograr una determinada estética, incluso si eso significa sacrificar un rendimiento genuino.
En definitiva, este vehículo es un testimonio de dedicación y arte. Es un estudio de caso interesante sobre la ilusión automotriz, un recordatorio de que las apariencias engañan y, a veces, un Ford es solo un Ford, sin importar cuánto intente ser otra cosa.
